top of page

La poesía loca de Herrera y Reissig en la Fiesta de la Prensa

Escribe:Lic. Rodrigo Eugui


El pasado 9 de enero, en medio de una tarde lluviosa, se realizò la velada poética para celebrar el natalicio de Julio Herrera y Reissig, destacado autor nacional perteneciente a la Generación del 900, en el Auditorio "Miguel Ángel Pías" de Casa de Cultura.

En el marco de la 32ª Fiesta de la Prensa de Diario El Telègrafo de Paysandù, la actividad estuvo a cargo de Horacio Merlo, actor y docente sanducero, recientemente galardonado con el premio Destaque Victoria, quien dio voz a algunos poemas de Herrera y Reissig; y por el músico, investigador y también docente sanducero Eduardo Corti, quien cautivó al público con una ambientación musical perfumada con sonidos precolombinos y nativos americanos. La selección poética fue realizada por Aldo Mazzucchelli, Profesor Titular G°5 del Departamento de Literaturas Uruguaya y Latinoamericana de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (Universidad de la República).

El recitado se estructuró en función de cuatro etapas transitadas por el escritor en su larga y fecunda producción lírica, muy bien definidas por Mazzucchelli, a saber: 1. Eufocordias o "armonías del corazón" (compuesta por Los maitines de la noche y Los parques abandonados); 2. Nocteritmias o "los ritmos de la noche" (que reúne Desolación absurda y La Torres de las Esfinges/Tertulia lunática); 3. Eglogánimas o "almas de égloga o églogas del alma" (constituida por Las manzanas de Amarillys, Los éxtasis de las montañas, Sonetos Eglógicos, y los luego conocidos como Sonetos Vascos); 4. Estrolúminas o "inspiraciones de luz" (que comprende Las Clepsidras y algunos poemas previos y relacionados). Como la palabra divina, la voz de Merlo insufló vida a los versos de Herrera y Reissig, los cuales danzaron al son de los instrumentos oportunamente convocados por Corti. Los artistas lograron así transformar el escenario en un jardín para las musas, donde el ritmo loco de la poesía evocó sinestésicamente un atardecer del que Júpiter nos intentó privar. Inmersos en ese jardín, los asistentes respiramos "el viento perfumado / con los pétalos que arranca / una partida muy blanca / de un ajedrez perfumado", escuchamos "el sordo rumor / de algún pulverizador / de músicas de tormento" hasta llegar al clímax de la velada, momento cuando el poeta se despide de forma definitiva de Calíope y de su amada, hecha carne y que "como una magnolia narcótica de vida / se abre bajo un blanco crepúsculo de muerte". Fue un viaje que, en su casi hora y media de duración, escapó de la voracidad de Cronos, suspendiendo el tiempo en un vaivén dialéctico entre lo abstracto-simbólico y lo concreto-naturalista. Vaivén que marcó las etapas líricas de Herrera y Reissig, que pudimos reconocer pero, más que eso, disfrutar.

A raíz de lo susodicho, somera reseña de una interpretación que -paradójicamente- supera los límites de la palabra, auguramos un futuro florido a este espacio, el cual se irá consolidando en las próximas ediciones de la Fiesta de la Prensa. Para concluir, suma agradecer a Horacio y a Eduardo con un merecido y muy sentido chapeau!

Lic. Rodrigo Eugui

25 views0 comments
bottom of page